19 Feb Un poco solos
La mentalidad común lo ha invadido casi todo hasta llegar a sofocar la vida social y la amistad entre los hombres. En una de sus homilías matutinas el papa Francisco describió este fenómeno como la dictadura del pensamiento único. Hace que los gestos se midan, que se calculen, y que las palabras se sequen, asegurando así que no descubran del todo la verdad que llevamos dentro. Antes la vida era juntos y en sociedad para buscar la verdad. Ahora ha quedado sustituida por una especie de coexistencia reglada y política al servicio de la afirmación de un presupuesto ideológico. Va quedando poco que sea genuino, original, o verdadero, porque en la expresión social todo ha sido suplantado por las pesadas consignas que nos repiten sin desgastarse.
Vivimos un tiempo carente de voces, en una sociedad que tiene la superficie roma, sin relieves, completamente igualada. La verdad es que en estos años ha ido desapareciendo el horizonte, como diluyéndose, mientras se nos han ido apagando a todos las referencias. Nadie se atreve a decir ni mu en este mundo en el que la maquinaria del poder lo consigue triturar todo. Nos obligan a ser autónomos y -reconozcámoslo- a vivir un poco solos. ¿Quién se atrevería a vivir como vive un hijo ahora que la verdad es tan cara que nadie la comparte? No hay voces porque no hay padres. Y, como no hay padres, entonces no hay caminos, porque no hay vínculos. ¿A quién te arrimas cuando somos todos iguales?
El Señor pide que amemos al prójimo. En las lecturas de la Misa de este domingo lo dice sin ambages. Nos lo pide a nosotros, que la caridad nos sale un poco a medias. Cuesta la caridad porque la imaginamos demasiado. Y cuesta porque en vez de vivir con libertad el presente nos reservamos para nosotros mismos en función de un futuro que no sabemos si alguna vez llegará. El amor necesita la verdad. Y Dios pide el amor… Hoy querer es decir la verdad, atreviéndonos a ser padres. Para que el otro tenga un lugar, un momento, y un modo en el que la realidad le invite y le permita ser hijo. Cuando nos escondemos detrás de los burladeros ideológicos, los demás se quedan solos.
Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo” y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.